Todo empezó hace 18 o 19 años aproximadamente; siendo una joven inmadura y consentida por su familia, la más pequeña de tres hermanos. Una joven soñadora que pensaba que la vida era color de rosa.
Cuando tenía 21 años enfrenté la realidad de la vida: embarazada y con la responsabilidad de una nueva personita. Gracias al apoyo incondicional de mis padres comencé un camino lleno de retos.
Entre ventas por catálogo, manualidades y los primeros intentos de repostería fui encontrando una pasión que no sabía que tenía. Con esfuerzo, tropiezos y aprendizajes descubrí que la repostería podía ser más que una ayuda económica: era un sueño en construcción.
Pasé por cursos, largas jornadas de trabajo y momentos difíciles, pero también por grandes satisfacciones. Con cada pay, pan y pastel fui ganando experiencia, confianza y clientes.
Hoy, después de años de lucha, sigo con la misma promesa: dar lo mejor de mí para mi hija y para quienes disfrutan de lo que preparo. Esta es la esencia de La Pequeña Gourmet: esfuerzo, pasión y la búsqueda constante de un futuro mejor.